sábado, 15 de mayo de 2010

Reseña crítica de libro



Biblos, superhéroe de biblioteca

El nuevo cómic de los hermanos Macías



Juan Carlos de Lara


La Biblioteca Pública de Huelva, a la que todavía hoy sigo llamando por su nombre tradicional de Casa de la Cultura, me ha parecido desde siempre mucho más cercana a mis inquietudes, a mis estudios y a mi vida en general de lo que ciertamente lo está, y los doscientos metros, los tres minutos o las escasas dos páginas de lectura que separan su puerta de la mía no han supuesto sino el reconfortante paseo que desde pequeño me ha conducido sin pérdida a un mundo apasionante de sabiduría y diversión. En su sala infantil solía yo leer algunas tardes los desvencijados álbumes de Tintín a pesar de sabérmelos ya de memoria, en sus ficheros encontraba los libros que contenían la información precisa para redactar los trabajos que me mandaban en el colegio o en el instituto y en su salón de actos llegué a presentar ante familiares, amigos y compañeros el primer libro de poemas que publiqué con solo diecinueve años, Caminero del aire. También allí llevé a cabo durante trece meses la prestación social que, como objetor de conciencia, me impusieron en sustitución del servicio militar. Dichoso cambio aquel, el de las armas por los libros, el de las horas de guardia por aquellas otras pasadas en el segundo sótano del edificio anterior a la reforma, horas interminables realizando el inventario del fondo antiguo en la más completa soledad, rodeado de misteriosos ruidos que yo creía procedentes de esos fantasmas de la imaginación de los que había escrito Gustavo Adolfo Bécquer en su Introducción sinfónica y de los que ahora, después de tantos años, casi estoy por pensar que muy bien pudieron ser causados por algunos personajes escapados de sus libros que estuvieran deambulando entre las estanterías, o tal vez por el mismísimo Biblos, el superhéroe de la biblioteca, afanado en hacerlos regresar a sus páginas o enfrascado en quién sabe que otra curiosa aventura.
Albergo esta sospecha desde que he leído el espléndido cómic que mis buenos amigos los Hermanos Macías han realizado sobre este divertido personaje de vestimenta verde, poderoso tupé colorado y gruesas gafas de concha. Y aunque ellos insisten en convencerme de que en realidad se lo han inventado todo y Antonio Agustín Gómez Gómez afirma en la introducción del libro que la idea partió de la Biblioteca Pública de Huelva, que felizmente dirige, y que incluso llegaron a bautizar al héroe con este nombre tan libresco, yo no sé qué pensar, porque están aquellos ruidos sin explicación y porque me cuesta trabajo aceptar que hayan podido ser tan sumamente originales, y ello a pesar de que sobre su creatividad buenas pruebas me han ido mostrando en trabajos anteriores.
Para toparse con el enorme despliegue imaginativo de Gerardo, Ciro y Marco Macías, que así se llaman los hermanos, no es necesario retroceder hasta las viñetas que nos han dejado en las revistas Camaleón y Muchocomi, en su labor al frente del diario gratuíto El fantasma del Conquero, en sus carteles sobre actividades humanitarias de Manos Unidas, en sus versiones infantiles de la Constitución Española y el Estatuto de Autonomía de Canarias o en el informativo juvenil en dibujos animados que emitió diariamente Canal Sur Televisión durante tres años, por nombrar tan solo algunas de las polifacéticas tareas que han llevado a cabo. Y ello es así porque poco más de un año nos separa de la publicación de La historia de Lucena en cómics, espléndida obra donde supieron compaginar de manera magistral el buen humor con el rigor histórico. Si entonces sus protagonistas se desplazaron a través de la máquina del tiempo por las distintas épocas del pasado de esa bella localidad cordobesa, en esta ocasión son Biblos y los adolescentes Leles y Oscar, convertidos en aprendices de superhéroes con los nombres de Surferbook y Marcapáginas, respectivamente, los que se recorren los diferentes espacios. Los espacios de la biblioteca, naturalmente. ¿El motivo?, ponerle fin el desaguisado que el malvado Doctor Errata ha causado porque, amén de ser la maldición habitual de los autores, dicho sea de paso, en esta historia ha logrado robar el libro más antiguo de la biblioteca: un ejemplar de la Lógica de Aristóteles publicado en Lyon en 1570. Y para retrasar la labor de Biblos ha conseguido extraer los más famosos personajes de la Literatura Universal de sus respectivos libros, con lo que devolverlos a su lugar de origen será la primera tarea que tienen que afrontar el superhéroe y sus dos ayudantes.
Sherlock Holmes, el soldadito de plomo, el monstruo de Frankenstein, Don Quijote de la Mancha, Platero, Mister Hyde, John Silver el largo, los tres mosqueteros, los tres cerditos, Drácula y un sin fín de personajes más deambulan de esta manera por las dependencias de la biblioteca con lo que, además de familiarizar a los jóvenes con las grandes obras maestras de todos los tiempos, los Hermanos Macías toman un magnífico pretexto para mostrarnos las modernas instalaciones y dar a conocer los muy diversos servicios que se prestan en la Biblioteca Pública de Huelva, que es realmente lo que se ha perseguido con la publicación de este cómic.
Una vez más, por lo tanto, Gerardo, Ciro y Marco (“todos para uno y uno para todos”) se han puesto manos a la obra y se han compenetrado a la perfección para alcanzar esa acabada amalgama de diversión y densidad informativa, de broma y dato, demostrando bien a las claras lo curtidos que están en capacidad divulgativa y sentido de la comunicación. Y lo han hecho a través de unos dibujos sencillos, coloristas, expresivos, cincelados, con una bien medida dosis de ingenuidad y en cuya ejecución reconozco que lo que más me cautiva es esa técnica casi a lo Ghiberti de darle a los personajes mayor relieve (intensidad cromática en este caso) y dejar el fondo más desvaído, más tenue, más vaporoso, dotando con ello a las viñetas de profundidad de espacio y atmósfera interior.
La impecable edición, que consta de dos formatos, en cartoné y en rústica, viene además con el lujo añadido de contar con un excelente prólogo de Luis Alberto de Cuenca, que tanto sabe del mundo bibliotecario porque no en balde fue hace años Director de la Biblioteca Nacional. Es este poeta, que ya había incluido también unas palabras en La historia de Lucena en cómics, aunque en esa ocasión en forma de epílogo, el encargado de adelantarnos las líneas maestras del argumento, comentar el trabajo de los Hermanos Macías y reflexionar sobre el cometido de las bibliotecas públicas, dándose la circunstancia de que fue él mismo, cuando desempeñaba el cargo de Secretario de Estado de Cultura, quien se encargó de inaugurar la reformada Biblioteca Pública de Huelva en el año 2001.
Autores también del breve video de promoción sobre Biblos, superhéroe de biblioteca, que fue proyectado en la simpática presentación de la obra en la ciudad de Huelva, los Hermanos Macías dan con esta obra una nueva vuelta de tuerca en la tarea de fijar y darle firmeza a la difusión de la cultura por las rendijas de la sociedad onubense. Pero qué duda cabe que desde las páginas de este libro o desde algún rincón del sótano donde hace años realicé el inventario del fondo antiguo y en el que sigo creyendo que se esconde, Biblos volará hasta las demás ciudades españolas para convertirse en el defensor de todas las bibliotecas públicas y ahuyentar a todos aquellos que quieran atacarlas con las fuertes sacudidas de su capa verde.

No hay comentarios:

Publicar un comentario